Madison es una niña de once años que, como todas las niñas, asiste a la escuela, se enamora, pelea con su madre y tiene mil sueños en la cabeza.
Un día, tras pelear con su madre, se fue al colegio sin despedirse de ella. La madre sonrió, presintiendo que era la adolescencia que empezaba a atormentar a su pequeña.
Pero un hecho desafortunado le dio un giro a la vida de Madison, y las de todos sus familiares y amigos, incluso a la de su amor platónico: Stanislas, su profesor de tenis.
Aquel día, un coche negro se detuvo a su lado y el conductor le pidió ayuda para hallar a un veterinario, pues su gatita estaba enferma. Madison vio la oportunidad de visitar al padre de Stanislas, quien era veterinario, y así poder ver a su amor. Dudando un poco, subió al auto. Pronto supo que había sido una mala idea.
Fue así como comenzó la nueva vida de Madison. Recluida en una habitación de tres por tres metros, pensaba una y mil veces qué había pasado. El hombre que la había secuestrado no quería dinero ni bienes, la quería a ELLA.
En una relación un poco extraña, el captor, un hombre treintón y solitario, intenta conseguir que Madison lo quiera, pero ella se niega. Empieza entonces un juego donde ella hace uso de su astucia para conseguir lo que quiere y necesita, como un cuaderno, por ejemplo.
La escritura se vuelve su válvula de escape, pero no sólo para ella, sino también para su madre y para Stanislas, ambos devastados por la ausencia y el mal de amores.
Es en esas hojas blancas donde Madison anota todos sus pensamientos y sensaciones, donde reflexiona sobre su encierro y sobre R., su captor. Su cuaderno se convierte en su amigo y confidente. A él le cuenta sobre los cambios en su mente y en su cuerpo, pues, como había presagiado su madre, la adolescencia había empezado.
Esta novela sin duda nos habla sobre el poder que uno puede llegar a tener mediante las palabras. Madison consiguió mantenerse viva gracias a todos sus escritos, su madre conservó la cordura dirigiéndole innumerables cartas a su hija, y Stanislas logró superar una herida de amor.
Me gustó. Es un libro que realmente disfruté, pues es fácil de leer. Sin embargo, como está escrito juntando los textos de Madison, de la madre y de Stanislas, a veces hay saltos en la historia. Particularmente Stanislas escribe sobre los sucesos en tiempo pasado, mientras que ambas mujeres lo hacen en tiempo presente.
En ocasiones deseé saltarme capítulos enteros, pues lo más interesante de la historia es lo que le pasaba a Madison. Los lamentos de la madre por su hija perdida y de Stanislas por un amor no correspondido se tornan a veces aburridos y repetitivos.
Mi personaje favorito: R. Era un tipo solitario, atormentado por un madre sobreprotectora y que sólo buscaba ser querido. Pensaba que podía enseñarle a Madison a quererlo, pero era imposible, puesto que ni siquiera él mismo se quería.
Y como nota, el final no me gustó. Me pareció demasiado estúpido para todo lo que había pasado entre Madison y R. Me hubiera gustado ver un poco más de lágrimas, sufrimiento...algo que fuera más caótico. Al ser así la escena, me queda la pregunta ¿por qué no lo había hecho antes Madison? Sí, fue muy estúpido.
¿Volvería a leerlo?
Sólo los capítulos que escribió Madison.
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