Empecé este año con un evento
fabuloso: un festival de metal. Cuatro bandas, ocho horas de música,
y grandes amigos.
Pude ver a mi banda favorita: Orphaned Land. Salté
y grité con fuerza las letras de Halo Dies, Norra El Norra, The
Birth of the Three, Ocean Land y
demás...Al terminar el concierto (1/4), mi mejor amigo fue por
cerveza. Regresó corriendo y me tomó de la mano. Sin decirme nada,
corrimos hacia el pasillo central. Ahí estaba Uri Zelha, bajista de
OL y unos segundos antes había estado Kobi Farhi. Abracé a Uri, me
tomé una foto con él y luego abracé a mi amigo. Por su culpa me
gusta el metal y él lo sabe.
2012
fue el año de los conciertos. Además del Festival Farewell con
Orphaned Land, Amorphis, In Extremo y Stratovarius, asistí a Opeth,
Rhapsody of Fire/ Therion, y Metallica. Cabe mencionar que, como mi
hermana también es fan de Rhapsody, adquirimos los pases VIP y
conocimos a la banda. Fue una experiencia sublime. Fabio y Tom son
personas maravillosas y fue un placer conocerlos y asistir al
concierto, donde coreamos a gritos Dawn of Victory, Holy
Thunderforce, Unholy Warcry, Lamento Eroico y
Emerald Sword, entre
otras.
Decía
que éste fue un año de cambios y es por lo siguiente. Este año
terminé la preparatoria. Dejé mi escuela tras 13 largos años de
casi vivir en ella.
El CEL (Centro Escolar del Lago) era –y sigue
siendo– mi segundo hogar. Ahí conocí a muchas personas que
influyeron mucho en mi vida, hallé a mis mejores amigos (a quienes,
en efecto, cuento con los dedos de una mano), decidí qué quería
hacer con mi vida...y un largo etcétera.
La
despedida fue...tranquila, creo. Me despedí como yo quería hacerlo:
dando el discurso de fin de año. Yo había jurado que escribiría y
leería el discurso final y lo conseguí. Cuatro días de trabajo
dieron como resultado un texto de cinco cuartillas retomando la
historia de mi generación, de nuestros Maestros, del colegio mismo.
Mis compañeros lloraron. Algunos Maestros, también.
Así
pues, entré a la universidad. Fue un proceso complicado, pues era un
nuevo sistema, con nuevas reglas, nueva gente, nueva rutina...Tras
muchas, muchas dudas, me convencí de que la carrera que elegí era
la correcta. No me veo en otro lado, ésto es lo que quiero.
Por
otra parte, decidí abrir mi cuenta de tuiter. Eso representó otro
cambio en mi vida. Gracias a esa cuenta, redescubrí a Alberto Chimal
y decidí tomar un taller con él.
Alberto
ya me había enganchado antes con una de sus minificciones y me
sorprendió aún más con El Viajero del Tiempo.
El taller fue realmente fructífero. No sólo aprendí nuevas
herramientas para escribir, sino que me convencí de que es lo que
quiero hacer. Alberto fue –de hecho sigue siendo– un gran apoyo y guía, pues
vi en él parte de lo que quiero ser.
Y a
partir de Alberto Chimal y tuiter, descubrí a más escritores y
conocí a los escritores de mi infancia. Por ejemplo, me encontré a
Bef en la escuela y pude contarle cómo su libro Cuento de
hadas para conejos marcó mi
infancia. Gracias a Alberto conocí a Raquel Castro (su esposa) y su
libro Ojos llenos de sombra,
con el cual me divertí mucho (además de que se platica muy a gusto
con Raquel). Y en la escuela hallé también a Gloria Prado
(directora del Departamento de Letras), quien realizó la antología
El héroe, la dama y el clérigo, otro
de los libros que devoré ¡en la primaria!
No sé
si todos entiendan esa emoción, el descubrir, conocer a la persona
que escribió el libro o el cuento o la carta que fue fundamental en
una parte de la vida. Es algo increíble.
Por lo
demás, fue un buen año. Sí, hubo varias caídas en cuanto a salud,
estado anímico y, desafortunadamente, un par de pérdidas en la
familia, pero creo que fue un tiempo de crecimiento y aprendizaje.
¿Y
cómo cierro mi año?
Con
gripa, terminando La torre y el jardín,
de Alberto Chimal (pa' variar...), aprendiendo a usar un serrucho
eléctrico y viendo Cloud Atlas.
Feliz
año a todos y que el que viene llegue con nuevos retos.
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