Fue
el libro con el que cerré mi 2012 y, sinceramente, el que más me
gustó. Diría que es un libro riquísimo, de esos que se disfrutan
tanto como un vaso de whisky o un trozo de chocolate amargo.
Entre
sus páginas podemos hallar otra aventura de Horacio Kustos,
acompañado por el doctor Francisco Molinar. Ambos están en un
edificio bastante singular, donde ocurren hechos fantásticos y
misteriosos: "El Brincadero".
En "El Brincadero" se llevan a cabo las fantasías más extrañas y
perversas. Hombres y mujeres se desnudan ante animales diversos,
comunes como gatos, gallinas y peces dorados o rarísimos como las
equidnas y los lemingos.
El
libro encierra una enorme cantidad de misterios: la torre misma es un
misterio que sobrepasa los límites del espacio. Pero lo más
importante es lo que hay en el jardín de la torre: un espacio al
cual no todos pueden acceder.
Alberto
Chimal desnuda en su libro al ser humano, pero no sólo literalmente,
sino que permite ver sus miedos, sus deseos más profundos y
primitivos, su lado más salvaje, pero también, el más frágil.
Para
mí, Zhenya (sé que algún día podré pronunciarlo bien) es el
personaje más entrañable, un ser literalmente incomprendido. Sin él
o ella no podríamos conocer lo que sucede al interior de la torre, es su voz la que nos guía en el tiempo y el espacio de "El Brincadero".
A
lo largo de la novela disfruté reírme a carcajadas con muchas de
las escenas. Por ejemplo, recuerdo al doctor Molinar intentando
pronunciar adecuadamente el nombre de Zhenya y a Kustos enseñándole:
“(una maestra) para el sonido zh
nos decía ‘¡Como las abejitas! ¡Zhhhh!’, y se ponía a
aletear” o al mismo Kustos desapareciendo así, ¡puf! y luego
pidiendo de cenar.
Lo
que también disfruté es que al visitar la torre –aunque sea por
medio de las letras– el tiempo parece detenerse. Las páginas se
pasan una tras otra, como si volaran. Cuando uno se da cuenta ya
conoce a la señora Isabel, a don Emilio, a Nata y le ha tomado
cariño a Zhenya, se ha preocupado por Kustos y ha compartido el
nerviosismo de Molinar.
Con
saltos en el tiempo bien logrados y un tono que invita a
seguir leyendo, las páginas del libro nos van revelando los secretos de la torre y el jardín. El final también es delicioso; Alberto
Chimal supo llevar a buen término tan maravillosa historia.
Ah,
se me escapaba un detalle: en El Brincadero, cada piso tiene un
nombre especial (es otro de los misterios de la torre). Mis favoritos, por el nombre que tienen, son Abril
es el mes más cruel y Cuando
de repente en mitad de la vida llega una palabra jamás antes
pronunciada.
Para terminar, un detalle más. Fue un gusto encontrar el siguiente pasaje.
@raxxie_, cuando hizo los horóscopos bibliománticos a partir de este libro,
asignó las primeras dos frases a los Aries.
¿Qué sentirías si te acariciara tu propia muerte? ¿Si trataras de aplastarla y sólo te manchara con el olor de tu podredumbre futura? ¿De qué modo tratarías de retenerla en ti, para saberte vivo en cada momento de tregua, si ella sólo quisiera escapar, atender a sus propias esperanzas?