El pasado sábado 28 de abril se presentó el Dúo Metropolitano en la Iglesia de San Fernando, ubicada en la Colonia Guerrero. El dúo, conformado desde noviembre de 2015 por Juan Manuel Díaz Toriz y José Joaquín Hernández García, deleitó a los asistentes con piezas variadas que mostraron pequeños atractores de la historia de la guitarra.
En primer lugar, Díaz Toriz presentó como solista la “Sonata for lute No. 34” de Silvius Leopold Weiss, una pieza del periodo barroco de la que destacó seis movimientos. Se trata de una melodía delicada que funcionó para ambientar el concierto y emocionar a los asistentes, en su mayoría personas de la tercera edad. Los contrastes entre los distintos matices de la pieza contrastaron a su vez con el fondo del retablo barroco de la Iglesia.
Enseguida, el músico interpretó “Capricho árabe”, de Francisco Tarrega. Si bien se conjuntó de una manera sutil con la pieza anterior, la melodía de Tarrega mostró además un erotismo muy fino, permitiendo la transición hacia el “Preludio” y la “Fuga No. 1” del compositor cubano Leo Brouwer. Esta última se trata de una pieza más radiante y es oportuno señalar que Díaz Toriz optó por conjugar a músicos de distintas épocas, siendo Brouwer el más contemporáneo y quien todavía vive.
José Joaquín Hernández García continuó con el concierto presentando su repertorio como solista. Como explicó el joven músico, con su selección pretendió mostrar de una manera compacta la historia de la guitarra, incluyendo piezas que fueron adaptadas para dicho instrumento.
Con “21 diferencias sobre el Conde Claros”, de Luys de Narváez, ilustró el periodo renacentista, aquel donde el arte en general se volcó en busca de los valores estéticos del periodo clásico griego y romano. La pieza, con un ritmo muy diferente a los de las melodías presentadas por Díaz Toriz, estuvo excelentemente colocado para recuperar la atención del público después de una breve pausa.
Del periodo barroco Hernández García destacó la importancia de Johann Sebastian Bach e interpretó el Preludio de “BWM 998”. Al igual que en el primer segmento, el retablo de San Fernando sirvió como escenografía para la pieza. Si bien se trata de música sobrecargada, el público mostró agrado por ella.
La música intelectual de Bach cedió el pasó al “Estudio XX” de Fernando Sor y el “Estudio I” de Heitor Villalobos, mostrando el avance paulatino hacia la guitarra clásica contemporánea.
Hernández García cerró su aparición solista con “Variaciones sobre un tema de A. Cabezón”, la última pieza compuesta en vida por Manuel M. Ponce, músico mexicano de gran importancia. Es interesante que el Hernández García haya elegido a Ponce, considerado por muchos el padre del nacionalismo musical mexicano, para cerrar su antología breve de la historia de la guitarra. Da así un sentido global en el que inserta a la música mexicana a la par de músicos renombrados como Bach.
El tercer bloque se compuso de varias intervenciones como dúo, que recuperaron la esencia de los dos bloques solistas. Se retomó a Fernando Sor con el “Divertimento 1”, músico considerado el Beethoven de la guitarra. Si bien el Divertimento y el Estudio presentado anteriormente muestran bastantes diferencias, el estilo de Sor es fácilmente identificable, señalado además por ser uno de los músicos más adelantados a su época.
Posteriormente el dúo interpretó “Bad Boy”, de Tōru Takemitsu. El músico, como explicó Díaz Toriz, es reconocido por fusionar elementos de la música oriental con la occidental. Se conecta así con el bloque uno, dado que “Bad Boy” es una pieza muy delicada que conforme avanza explota la potencia que guarda.
El concierto cerró con el popurrí “México mágico”, de Julio César Oliva. Con ello se retoma nuevamente la idea de vincular la música mexicana, en este caso popular, con la historia general de la música. Las primeras notas, que pertenecían a “La Bikina”, causaron los aplausos de todos los asistentes. Si bien las otras melodías son agradables al oído, la música popular está encorporeizada en los mexicanos y por ello su factor emotivo es aún mayor.
A “La Bikina” siguieron fragmentos de “Mi ciudad”, “México lindo”, “Amor eterno” y “El son de la negra”, entre otros. Al finalizar la melodía, el dúo fue despedido con los aplausos y uno que otro grito de los espectadores.
Es oportuno recalcar el trabajo del dúo, debido a que no sólo procuran la sincronía al momento de tocar, sino que realmente hay un trabajo en equipo donde el uno cuida al otro. Pese a su juventud, ambos músicos ejercen su profesión con enorme responsabilidad y talento.
El Dúo Metropolitano se presentará los próximos 5 de mayo en la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, ubicada en Donceles 102, a las 18 h; y el 19 de mayo en el Museo de San Carlos, ubicado en la Avenida Puente de Alvarado 50, a las 13 h.